“El jueves 29 de septiembre de 2022, «Argentina, 1985» se estrenó en los cines locales y en su primer fin de semana fue vista por 197.276 personas, en casi 300 salas, para convertirse en el más notable lanzamiento nacional desde el inicio de la pandemia de coronavirus”. Copy-paste de la primera búsqueda que hice en Google para comenzar este texto, y es el primer párrafo que aparece cuando uno googlea “Argentina 1985”.
Hay una vieja creencia dentro de la industria cinematográfica que sostiene que una película genera el 25% del total de sus espectadores el primer fin de semana de estreno. En este caso, A1985 cosechó 1.150.000 espectadores, es decir, la película superó el mito proporcional, devolviendo al público argentino a las salas de cine post pandemia. Además, compitió por el premio a la mejor película extranjera en la colegiata norteamericana de legitimidad mundial que son los Oscar, ahí donde todos quieren plantar bandera. ¿Quién no quiere plantar bandera argentina en ese mitin yankee? ¿Quién no sueña ganar un Oscar, después llegar al hotel, dormir profundamente, despertarse temprano, desayunar liviano, tomarse un taxi al aeropuerto y que un buen avión, de ecléctico ensamble, te lleve de inmediato a comer un asado con los pibes del barrio?
Argentina 1985 no ganó un Oscar, pero sí ganó el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa. Además de haber sido un éxito de taquilla, en las plataformas y en las salas cinematográficas de Latinoamérica y Europa, la película logró infiltrarse en la pequeña discusión cotidiana de los argentinos, vivificando aquella vieja y fabulosa tarea del cine como arte de masas, de terreno fértil sobre el cual se discute y se piensa un modo de mundo.
Aun así, no permitiremos dejarnos deslumbrar por los faroles enormes que alumbran este opus argentino producido por Amazon, pero macerado por el apoteósico talento de técnicos, guionistas, productores y actores argentinos formados al fuego de un estado presente para con el cine nacional. Tampoco nos dejaremos llevar por la tentación de trazar una oda alrededor de la producción cultural de los últimos 30 años, ni abrazaremos el ensalzamiento al cual nos convoca la cinefilia mundial cada vez que rinde pleitesía a la producción de Cine Argentino desde la ley de cine hasta hoy. No vamos a hacer eso. No voy hacer eso, perdón.
Lo que se intentará hacer (y probablemente se abandone a mitad de texto) de forma brevísima, desprolija, con cierta desidia y exclusiva —en el sentido más literal del término, es decir, dejando por ignorancia, olvido y omisión, un montón de películas de consumado éxito— es una lista de películas nacionales que se estrenaron en 2023, que la gran mayoría de argentinos desconoce y que son un absoluto suceso alrededor del mundo en Festivales, plataformas, museos, universidades, espacios culturales, funciones especiales, retrospectivas y casi cualquier pantalla curiosa alrededor del planeta.
Estoy convencido de que habrá algún podcast de historia, o algún blog de cine, que en un tiempo, dirá que el año en el cual un gobierno de salamines dejó en estado de abandono al INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) y apagó el apoyo a la producción de películas fue, curiosamente, el año en el que el Cine Argentino tuvo una descomunal producción de películas sencillamente espectaculares. Cine de género, cine experimental, comedias románticas, dramedy, cine de terror, películas documentales, películas breves, películas de 3 horas, de 4 horas, películas que encabezaron las principales listas de los 40 principales del prestigio mundial. Un abanico de alternativas para con la narración, para con las estrategias de producción, para con la maravilla de hacer y ver cine.
Mientras los corsarios ad honorem del liberalismo nacional —que además ignoran casi todo lo que respecta al Cine Argentino— repiten que las películas de acá son una mierda, el mundo entero se emociona hasta las lágrimas con los planos finales de Puán; se congoja la cinefilia francesa con Los delincuentes; los militantes de la rebeldía narrativa alzan las banderas de El auge del humano 3, de Trenque Lauquen; se muere de miedo el mundo con Cuando acecha la maldad. Invito al lector a realizar una búsqueda simple de este último título en Letterboxd (probablemente la red social cinéfila más importante del mundo) y lean con atención los mensajes que dejan espectadores de la Europa nórdica, del Sudeste asiático, de Australia: ¡No lo pueden creer! ¡Escriben y todavía se deja ver sobre el texto el temblar de las manos!
Los últimos días de enero de este 2024 la plaza del Congreso fue el teatro de operaciones del nuevo protocolo de seguridad de la ministra Patricia Bullrich, mientras la gente protesta muerta de calor, cagada de hambre, los vidrios de la puerta de entrada del Cine Gaumont eran defendidos por los pósters de:
- Los Delincuentes, de Rodrigo moreno
- El castillo, de Martín Benchimol
- Cambio, cambio, de Lautaro García Candela
- Cuando acecha la maldad, de Demian Rugna
- Arturo a los 30, de Martín Shanly
- Muchachos, de jesus Braceras
- Chau Buenos Aires, de German Kral
Sin embargo, nada es color de rosas. El INCAA está abandonado y se encuentra carente de autoridades desde el 7 de diciembre de 2023, sin firma, sin contacto alguno del Ministerio de Capital Humano con los trabajadores del Instituto, ni con el sector audiovisual organizado. La falta de firma detuvo todos los pagos correspondientes a los proyectos en curso, las resoluciones de interés de los proyectos nuevos e infinidad de instancias administrativas que sólo pueden avanzar con la firma del presidente o de un designado. Es decir, mientras todo aquello ha sucedido entre 2022 y 2023, el INCAA se pudre y se lo condena al ostracismo, se dicen las peores barbaridades sobre modo y método de estos y aquellos, se condensa y se condena. El INCAA está abandonado por el estado nacional, se extingue despacio hace varios años, hace muchas gestiones, y las únicas que han tenido una genuina capacidad de defensa son las películas hechas, los laburantes del Instituto y la comunidad audiovisual organizada que, a pesar de sufrir los avatares del caos, siempre estuvo preparada para separar el trigo de la paja. Aun así, nada de esto fue suficiente.
El INCAA agoniza y con él agoniza una generación maravillosa de películas, técnicas y técnicos, productores y productoras, casas productoras, directores y directoras, actrices y actores, proveedores, rentals, locaciones, cines, espectadores, premios, viajes, amigos, pizzerías, kioscos, almacenes, ferreterías, empresas chicas, empresas medianas, amaneceres y atardeceres, diseñadores gráficos, casas de postproducción, casas de efectos especiales y deliveries, casas de catering y fletes, castineras, historias de amor, cafés, remises, taxis, viajes de larga distancia, empresas de transportes.
También agoniza el sueño de hacer las películas más lindas del mundo, y de volver a tu barrio después de un largo viaje para comer algo rico con tus amigos.
Perdón por la desprolijidad.


