En la salida anterior, decíamos, que la derrota electoral es producto de incumplir las expectativas materiales de las mayorías luego del gobierno de Mauricio Macri, por un lado; y de la derrota en el plano cultural, por otro. Vamos por este último punto, por tratarse de un eje central sobre el cual debe montarse la discusión en las bases.

Dicen que ocho años en la vida de un Estado es muy poco, pero en la vida de una persona, es mucho. Casi una década ininterrumpida de deterioro salarial, de las condiciones de vida, con pérdida del poder adquisitivo y, muy importante, con bajos índices de desocupación (aunque con altos niveles de precarización y subempleo), es el caldo de cultivo perfecto para que calen los discursos más reaccionarios.

Vuelvo sobre el tema “muy importante” de la pérdida de poder adquisitivo del salario con bajo desempleo. En la década del `90, una vez instaurado el régimen de la convertibilidad, se cristalizaron altas tasas de desocupación. Es decir, muchas personas no conseguían trabajo por mucho tiempo. Eran desocupados de largo plazo. Personas que por muchos meses o años no tenían trabajo. Fue una situación desesperante. Pero también lo es la actual, porque los trabajadores y trabajadoras se esfuerzan a diario en largas jornadas, y al final de mes la plata no alcanza.

Sobre esa realidad, los discursos de odio y los viejos postulados del neoliberalismo, hoy devenidos en libertarios conservadores, vuelven a ganar espacios y así ganan las elecciones.

El concepto de “casta”, suena un oxímoron en boca de Javier Milei y de Mauricio Macri. Porque la casta más rancia es la que forma su gobierno y frecuenta sus círculos sociales. Pero, no deja de ser un concepto que se ajusta a definir una situación de las cosas, porque es cierta la existencia de un mismo grupo de personas que rota por diferentes cargos legislativos o ejecutivos, dependiendo los vientos… siempre con chofer y vacaciones garantizadas, viviendo de una forma muy diferente a como lo hace la mayoría del pueblo.

De esta realidad, conceptualizada en el concepto de “casta” se desprende la siguiente discusión: la disputa por la idea de Estado. Milei repitió infinidad de veces que el Estado es una organización mafiosa y que los impuestos son un delito devenido de la esclavitud. Se puso muy de moda el hecho de que los políticos “viven de la nuestra” o hacen obras con “la nuestra”. Y claro, en un momento de tanto malestar y de “castización” de la dirigencia, esos discursos, encuentran lugar. Para desenmarañar ese escenario, hay que volver a discutir todo. Desde el principio. 

Las personas elegimos vivir en sociedad, y luego, elegimos representantes para que administren lo público. Les pagamos y eso es un hecho muy democrático. Ya que si los cargos fueran de carácter ad honorem, solo podrían ejercerlos los Macri de la vida que pueden vivir sin un sueldo. De todos modos, vale aclarar que la fortuna de los Macri es parte de los “nuevos ricos” de la patria contratista, que se enriquecieron gracias a las alianzas comerciales (y de las otras) con la Dictadura del 76 y en los ’90. Si ese fuese el sistema político, únicamente los ricos podrían ejercer un cargo público.

Las obras que el Estado realiza se hacen con la de todos. Eso es así y es deseable que así sea, porque de no ser el Estado el que se ocupe de recaudar y redistribuir los recursos a través de bienes y servicios, solo los sectores con mayor poder adquisitivo podrían realizar las obras que se necesitan para poder vivir en contextos urbanizados, a saber: asfalto, cloacas, gasoductos y centrales energéticas, etc. El Estado, en sus diferentes formas, desde las comunidades originarias, cuenta con un sistema de recaudación y posterior inversión de esos ingresos en forma de obras de bien público.

Cuando digo que hay que explicar todo desde el principio, me refiero desde el principio. Eso hizo Milei durante años, en canales de televisión que le dieron horas y horas de aire. Pongamos como ejemplo el caso de una plaza. Sabemos que el privado no tendría ningún incentivo para realizarla, porque solo uno haría la inversión y luego, al tratarse de un espacio público, la podrían disfrutar muchos. Entonces, comenzaría un juego psicológico, típico de las teorías de los juegos, en el que cada persona especularía y esperaría a que otro haga la inversión para luego poder disfrutarla sin pagar. Finalmente, nadie la haría. 

El otro caso, sería, como propone Milei, que un privado haga la inversión y que luego quienes quieran ingresar paguen un “peaje”, una entrada. Es decir, aquellas personas con menores recursos deberían pagar entrada para ir a jugar a la plaza. ¿Se imaginan a los niños de familias humildes mirando cómo sus vecinos, que sí pueden pagar la entrada, se suben a los juegos? Ya lo vemos en las calesitas, también lo podríamos ver en los toboganes, en los subibajas y hasta en los potreros. 

Eso es la Obra Pública: la solución a ese juego de incentivos y también la respuesta a la falta de motivaciones a realizar obras que serían poco rentables en lo económico, pero muy importantes en lo social. Como un club de barrio, un sistema de agua o cloacas en algún pueblo, un camino o una escuela rural, etc. 

Si la Obra Pública se hizo mal, hay que hacerla bien. Si se robó, tendrá que ir preso quien robó y hacerla sin robar. Preso el político y el empresario corrupto. Si se hizo de manera ineficiente hay que hacerla de manera eficiente. Pero eliminar la obra pública bajo el concepto de que funciona mal, es como que un equipo de fútbol tenga un par de malas experiencias con directores técnicos y decida que la forma de administrar un equipo es sin entrenador y que cada uno haga lo que crea mejor dentro de la cancha. Y que de esa manera todo funcionará mejor. Bueno, no. Lo que se recomienda hacer, es buscar un entrenador que haga las cosas bien y jugadores que entrenen, se esfuercen y quieran ser mejores en cada partido. 

Hasta acá algunos de los sentidos que tenemos que volver a discutir desde las bases, para luego hablarlo con nuestros vecinos y vecinas. Y a partir de eso, construir una nueva mayoría. 

Seguiremos sobre estos puntos…