Vamos a arrancar con algunas afirmaciones. 

  • No tengo dudas de que la candidatura de Cristina como legisladora bonaerense, por la tercera sección electoral, se enmarca dentro de la disputa de Poder que se viene llevando a cabo entre la Cámpora y el gobernador. 
  • No tengo dudas de que la mejor estrategia para estas elecciones intermedias hubiera sido una elección en septiembre, con preponderancia del gobernador y con Cristina acompañando de manera decidida, y una elección de octubre con Cristina encabezando y el gobernador, y toda la estructura política, alineados y acompañando.
  • No tengo ningún tipo de dudas de que la mejor estrategia no es tener dos años de Cristina en la legislatura bonaerense discutiendo con el gobernador. Necesitamos a Cristina dos años discutiendo en el Congreso de la Nación la política de saqueo de Milei. ¿Quién mejor que ella para ir a discutir con Milei y esa caterva de impresentables que tiene en el Congreso?. ¿Quién mejor que Cristina para unir voluntades y observar de cerca a los diputados y senadores de esos gobernadores, traidores de verdad, que ahora parece que vuelven a ser aliados, que votaron la entrega de la patria con la ley bases?

Dicho lo anterior, a saber: que la candidatura de Cristina por la tercera sección electoral no es un mensaje para Milei, sino para Axel, hay un nuevo panorama en el seno de nuestras fuerzas. Ya Massa no ostenta el 30% de las acciones. Luego de su candidatura, Cristina reconoció el poder construido por el gobernador y se sentaron a intentar negociar una estrategia. Seguramente terminará en un acuerdo donde la organización de Cristina tenga sus representantes, pero también se reconozca el Poder construido por el gobernador. Y esperamos, por el bien de la patria, que todos terminen votando en conjunto en la legislatura bonaerense para acompañar a Axel y no volvamos a encontrarnos con sorpresas como la del presupuesto, las leyes que se envían sin previo acuerdo con el ejecutivo, etc. Tampoco es “sin chistar”, la discusión es bienvenida.

Al acuerdo le quedan puntos por definir, por ejemplo qué va a pasar con las listas locales, porque parece difícil que los intendentes acepten poner en sus listas a personas de la Cámpora, que después usan sus lugares en los concejos deliberantes para trabajar contra los intendentes. Todo muy complejo, una jugada que busca acorralar a Axel, cuando se debería buscar acorralar a Milei.

Como dijimos, Cristina es Cristina, el resto es decorado. Desde Máximo hasta los fanáticos de los reels de Instagram. Tipos con escasa representación que solo se sostienen por el peso específico de Cristina. ¡Qué lindo hubiera sido pensar una estrategia que, de verdad, sea contra Milei!

Hace un tiempo el gobernador intentó iniciar esas conversaciones, pero Cristina lo mandó a hablar con Máximo. ¡Qué conveniente hubiera sido una fuerte alianza provincial con el gobernador encabezando y Cristina acompañando!. Y una estrategia para octubre con Cristina encabezando la pelea con Milei y todo la estructura política acompañando. Todavía están a tiempo de hacer, de verdad, lo que demanda la patria.

Soy de la época en que la Cámpora era Cristina, pero Cristina era mucho más que la Cámpora. En el último tiempo Cristina decidió conducir solamente a la Cámpora y no al conjunto, un grave error. Pero como dijimos, Cristina es Cristina y el Poder acecha y amenaza con meterla en cana. Si osan dar un paso en ese sentido, ahí estaremos, otra vez, como siempre. Como en Comodoro Py, como en Juncal, como cuando cruzamos caminando toda la ciudad para exigir que no haya impunidad. Como siempre. Pero tampoco tengan dudas: seguiremos militando nuestra convicción sobre cuál creemos que debe ser el futuro del movimiento.

En el fondo de esta discusión está la disputa por quién será el depositario del capital político acumulado durante los 12 años más felices de las últimas décadas. Cristina, de manera entendible, hace un esfuerzo descomunal por trasladar ese capital a Maximo Kirchner, llenarlo de legisladores, concejales, intendentes y Poder simbólico. Pero la lógica de la representación no funciona de esa manera. Axel, con su trabajo, su militancia, su honestidad, su formación, su gestión y también con su capacidad de construir espalda política, se ganó ese legado. No entre los dirigentes, o mejor dicho, no solo entre los dirigentes, sino entre la gente. Se ganó ser la cara de las batallas dadas y, sobre todo, de las batallas por dar. Es la garantía de interpretar los nuevos tiempos para seguir representando, pero también, y muy necesario, enamorando.