Estas líneas son una reflexión política, mas no judicial ni jurídica, ya que esa será tarea de la justicia. Pero ante la carga de la prueba, solidaridad con las víctimas de la violencia ejercida por Alberto Fernández.
Decíamos reflexión política: siempre supimos que Alberto Fernández era un operador del poder, un trader de influencias. Por eso nos negamos a la jugada maestra, la cuestionamos y la discutimos en los ámbitos que pudimos. Por eso siempre dijimos que no. Que no era. Pero orgánicamente, lo aceptamos. Muchos y muchas pasamos horas convenciendo a la gente de que lo mejor era votarlo. Repartimos volantes, hicimos comunicados, charlas y debates. Era el candidato que se había elegido y el macrismo había pegado duro. Durante el gobierno supimos que además de todo lo dicho, fue un tibio y un inútil. Hoy sabemos que además es un violento y un irresponsable.
El único responsable de los delitos cometidos por Alberto Fernández es Alberto Fernández. Pero como fuerza política somos causantes de que los últimos 3 candidatos de nuestro espacio, el que se atribuye representar los intereses de la Nación, de nuestros recursos naturales y del pueblo trabajador, hayan sido: Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa. Claro, cada uno con sus matices, porque sería injusto meterlos en la misma bolsa. Y claro, también, cada uno de nosotros en su justa medida responsables, en función de nuestras posiciones de poder relativas.
Como militante queda pedir disculpas al pueblo trabajador, a los compañeros y a las compañeras por discutir por poco, por la obsecuencia, por no tener la capacidad de generar una masa crítica que diga, “hasta acá, este no”.
Desde el 2015 a la fecha hemos visto como nuestra fuerza política se degradaba sistemáticamente. Los esfuerzos que se le pidieron a la militancia fueron cada vez más complicados de digerir. En función de un supuesto mal menor o de alguna estrategia mágica. Cuando digo “le pidieron” más bien debería decir: impusieron. Porque así fuimos notificados y notificadas de cada una de estas decisiones. Ante cualquier cuestionamiento, siempre lo mismo: traidores, no la ven -qué paradójico-, no tienen madurez política, no entienden la política…y muchos más.
Formo parte de una generación que se sumó a la política al calor de las transformaciones y los sueños a los cuales nos convocaron Néstor y Cristina. Somos la generación que llegaba a la política para poner, no para sacar. Entre 2003 y 2015 logramos objetivos que hoy parecen inimaginables, en términos de distribución del ingreso, de trabajo, de salarios y de derechos sociales y civiles. Pero lamentablemente, lejos estuvieron de ser irreversibles. Por el contrario, fueron fácilmente reversibles. No hubo una masa crítica formada y organizada capaz de defender lo conquistado. De 2015 para acá, nos transformamos en una parodia de lo que fuimos. Diría Cooke, en un partido del sistema, y dejamos de ser un movimiento que se propone transformar el sistema. Todo fue miserias tácticas, cajas, disputas por espacios y chicanas. Nada de transformar.
Por lo que queda, los buitres de siempre aprovechan estas contradicciones para deslegitimar la lucha de las mujeres, de los Derechos Humanos y cualquier reivindicación o lucha noble que nosotros encarnamos y que ellos desprecian. Son los mismos cínicos que durante años operaron —y operan— contra la lucha de las organizaciones feministas, de los organismos de Derechos Humanos y del pueblo organizado en general, son los que hoy ríen por lo bajo y señalan con fuste de autoridad moral. El partido es largo, tranquilos compañeros.
Para lo que venga, quiero comprometerme por escrito que no van a contar conmigo, aunque aparezcan esas voces que intentan ordenar que hay que ser orgánicos, que hay que respetar las decisiones estratégicas, que si lo deciden por algo es, que no hay opción mejor. De nuevo: no cuenten conmigo, porque paradójicamente, son las mismas voces que pican en punta para salir a señalar sin asumir ninguna responsabilidad política.
La lucha de los pueblos por su liberación se desarrolla como una especie de serrucho: hay avances y retrocesos. Hoy es un momento de mucha bronca y dolor, porque le propusimos al pueblo argentino un candidato que no representó las ideas ni los valores que encarnamos. Él responderá ante la justicia por sus hechos y nosotros deberemos ser capaces, como venimos diciendo, de componer nuevas canciones, libres de toda esta trágica melodía que dramáticamente se fue creando. Sin esos oscuros compositores que nada tienen que ver con nuestra ética política ni con nuestras partituras políticas.