El 10 de octubre se conmemora, cada año, el Día Mundial de la Salud Mental. No es una efeméride más. Sin dudas no lo es. Y mucho menos en la coyuntura actual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece este día ante la necesidad de acortar la brecha en el acceso al cuidado de la salud mental y  para propiciar un abordaje integral de la salud.

No hace falta ser médico/a para darse cuenta de que una persona con un estado gripal fuerte no está en condiciones de presentarse a su trabajo, hacer actividad física o juntarse con amigxs. Nadie tiene dudas sobre esto. Ahora bien, ¿qué pasa cuando una persona se encuentra triste, deprimida, angustiada o ansiosa? Exactamente lo mismo. Puede no encontrarse en condiciones de realizar sus actividades diarias, o, en el caso de hacerlo, necesitaría de cierto acompañamiento. 

En esta línea, la OMS concibe a la Salud como un estado de bienestar biopsico-social, alejándose de otros momentos donde se definía solamente como ausencia de enfermedad. Entonces, no se jerarquiza la salud física por sobre la salud mental, sino que se habla de un abordaje integral de la salud. La Ley Nacional de Salud Mental (N°26.657/2010) define a esta última como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, e indica que para preservarla es necesaria una dinámica de construcción social vinculada a los derechos humanos y sociales de todas las personas.

Argentina es pionera en materia de Salud Mental. La Ley Nacional N° 26.657 configuró un nuevo escenario, ya que intenta garantizar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el goce de los derechos humanos de aquellos sujetos con padecimiento mental, que se encuentran en el territorio nacional. Sin dudas constituye un cambio de paradigma. Esta ley intenta adecuar la legislación nacional a los estándares internacionales de derechos humanos y a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. A su vez, convoca a la sociedad a repensar (se) retomando luchas históricas de los colectivos por la salud mental y los derechos humanos. Pero, para garantizar el derecho a la salud, es necesario  fortalecer el sistema, sus equipos, recursos y estrategias, generando una red con base comunitaria, universal, integral y de calidad. Por otro lado, es imperioso construir una subjetividad colectiva inclusiva y cada vez menos discriminatoria. Aun cuando todo aquello que se corre de la norma, sigue generando rechazo, miedo, incertidumbre, angustia y segregación.

Argentina es pionera en materia de Salud Mental. La Ley Nacional N° 26.657 configuró un nuevo escenario, ya que intenta garantizar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el goce de los derechos humanos de aquellos sujetos con padecimiento mental, que se encuentran en el territorio nacional.

Para que todo lo mencionado se materialice, es menester contar con un Estado PRESENTE. Contrariamente a lo que se cree, las diferentes decisiones políticas que toman los y las gobernantes repercuten directamente en la vida cotidiana de las personas. Por eso es imprescindible apagar la tele y vivir la vida. No hace falta que nadie explique demasiado sobre lo que está pasando. Basta con vivir la vida para enterarse. Conectarse con lo real. Cuando el gobierno decide retirar dinero del financiamiento de un determinado ámbito (como la salud, la educación o las jubilaciones) para colocarlo en otro (como la compra de material represivo), se generan diferentes formas de exclusión y desigualdad, que implican la negación y restricción en el acceso a derechos, dentro de los cuales, el acceso a la salud mental no ha sido la excepción en este gobierno.

Ahora bien, no ingenuamente se invierte en material represivo o fuerzas de seguridad. Se sabe de antemano que cuando se tocan los derechos conquistados, la calle se convierte en territorio de lucha  para defender lo que es del pueblo. En este contexto, las situaciones de padecimiento mental continúan siendo invisibilizadas, subestimadas o estigmatizadas, vulnerando el acceso y ejercicio de los derechos. No hay caso, es la derecha o los derechos.

En 1875 se construye el actual Hospital Laura Bonaparte. Comenzó siendo un hospital militar y,  luego de estar abandonado durante algún tiempo, fue rescatado como sede del CENARESO. El Centro Nacional de Reeducación Social se creó en 1973 para brindar asistencia integral al consumo problemático de sustancias y desarrollar tareas de investigación y capacitación en la temática. 

Esta institución fue la primera experiencia a nivel nacional. Si bien al inicio se trataba de atención ambulatoria, en 1974 comenzaron a internar a algunos pacientes. A partir de 1994 el abordaje se modifica: de la reeducación hacia un modelo que reivindica el recorrido propio, donde se articula lo universal del tratamiento, con lo singular y único de cada sujeto. Esto pone de manifiesto la complejidad del espacio y de la tarea que se lleva adelante en este hospital especializado, profesionalizado, interdisciplinario y gratuito. 

Cuando el gobierno decide retirar dinero del financiamiento de un determinado ámbito (como la salud, la educación o las jubilaciones) para colocarlo en otro (como la compra de material represivo), se generan diferentes formas de exclusión y desigualdad, que implican la negación y restricción en el acceso a derechos, dentro de los cuales, el acceso a la salud mental no ha sido la excepción en este gobierno.

Recién a mediados de 2016 se modifica la denominación de la institución para pasar a llamarse: Hospital Nacional en Red Especializado en Salud Mental y Adicciones “Licenciada Laura Bonaparte” (Ley 27.267) y, en 2023, finaliza la intervención que había iniciado en 2012 y que tenía que ver con la transformación del Centro Nacional de Reeducación Social (CENARESO) a Hospital de referencia en el marco de la implementación de la Ley Nacional de Salud Mental. 

Cabe destacar que, Laura Bonaparte, fue una psicóloga y psicoanalista feminista militante de la concepción social y comunitaria de la salud. Su nombre representa un cambio de paradigma en el abordaje de la salud mental que comienza a implementarse con la sanción de la Ley. Tiene que ver con entender a la salud de manera vincular. A su vez, al tratarse de una Madre de Plaza de Mayo, su nombre también significa la defensa y la lucha por los derechos humanos. 

No cabe dudas que, más temprano que tarde, el Hospital se transformaría en un blanco a derribar por el Gobierno de Milei. Un gobierno que no solo no es garante de derechos, sino que es defensor de privilegios. Privilegios de aquellos que pueden acceder a la Salud y a la Educación porque son los merecedores de esos premios que, consideran, no tienen por qué estar a mano de cualquier trabajador/a. 

El 2 de octubre pasado, el presidente, Javier Milei, le tomó juramento a Mario Lugones, quien asumió el Ministerio de Salud en reemplazo de Mario Russo. Cabe destacar que Lugones supo tener un pasado en la Universidad Pública. A los dos días de asumir, informaron el cierre de internación y guardia del Hospital Laura Bonaparte. Más tarde trascendió, también, que el día lunes 7 saldría un decreto de cierre total. 

En lo que va del año, el hospital atendió a más de 25 mil personas, en este contexto de crisis social, económica y política, las situaciones de vulnerabilidad están en aumento y las problemáticas de salud mental, también.

Pero, a partir de ese mismo momento en que tomaron conocimiento de la novedad, lxs trabajadorxs del hospital mantuvieron guardias dentro del mismo,  organizaron un abrazo simbólico y obtuvieron gran apoyo de la sociedad, incluidos algunos artistas, que entendieron que no es momento de quedarse callados. La coyuntura obliga al compromiso. Entre 500 y 600 trabajadorxs que forman parte del hospital, ubicado en CABA, pero que depende de Nación, cortaron también la calle Combate de los Pozos. Enrique Pichon Riviere considera a la Salud como adaptación activa a la realidad. De eso se trata: de no aceptar lo que viene dado, sino de tomar las riendas para modificar lo que pareciera no tener remedio, aquello que pretende eternizarse garantizando el status quo.   

Luego de 96 hs. consecutivas de protestas, el Ministerio de Salud, acordó con la Asociación de Trabajadores del Estado que el Hospital no va a cerrar, continuará trabajando con normalidad.

Luchar, sirve. Por la Educación, la Salud y el futuro.