– ¡Viva la libertad, carajo!
-¡Viva!, responde una multitud de jóvenes entusiasmadxs. Sus rostros cobran una expresión respetuosa, y sus cabezas se inclinan.
Los grandes poderes mundiales recurren a métodos cada vez más sofisticados para mantener su dominación en países como el nuestro. El represor aparece cada vez más difícil de detectar, más científico. Nos estudian en profundidad. Nos conocen mejor que nosotrxs mismxs. Pueden meterse en todos nuestros intersticios y pasar desapercibidos. Ya no son necesarios los matones, los torturadores, ni los Falcon verdes. Es en este contexto que aparecen nuevos (viejos) discursos asociados a la Libertad y, con ellos, ideologías mesiánicas que están al servicio de proyectos ideológicos, políticos y económicos bien definidos. Los intereses de las grandes empresas y multinacionales están muy bien defendidos, gracias al trabajo de inteligencia de la ultraderecha neoliberal. La crisis a la que estamos siendo empujados tiene que ver con la descomposición del Estado como ordenador de todas y cada una de las situaciones de la vida cotidiana. Sin Estado capaz de articular simbólicamente, el mercado aparece como determinante. Allí donde el Estado provee un sentido, el mercado propone una dinámica sin sentido. De esta forma, pasamos de una totalidad articulada a un devenir sin reglas. Nos encontraremos lidiando con un movimiento que no permite hacer pie, una falta de estructura que da la sensación de un constante vacilar al intentar aprehender la realidad. Es en este contexto que nos dedicaremos a pensar las adolescencias.
Para lxs psicoanalistas, en la adolescencia aparece algo nuevo frente a lo cual el sujeto no tiene respuestas. Lo adolescente implica crisis. Lxs adolescentes deben inscribirse en un nuevo discurso, ya que el discurso familiar ya no resiste para hacer frente a lo nuevo que se presenta. Aparece un agujero en el saber que pone en cuestión los ideales de la familia, que no pueden decir nada sobre lo real. El adolescente debe inventar una nueva lengua, establecer nuevos vínculos, alianzas y encuentros. Debe separarse del discurso familiar, pero, mientras lo hace, se encuentra en un intervalo donde pierde puntos de referencia: es un momento delicado. Van construyendo lazos y vínculos para manejar la soledad existencial con la que deben lidiar. Por eso, es un tiempo de fragilidad en el que, ante la búsqueda de nuevos objetos para amar (distintos a la familia) corren riesgo de caer en trampas. He aquí, la grieta. El intersticio por donde colarse para encontrar un espejo en su mentalidad. Atrás quedaron aquellos años donde nuestros dirigentes apostaban que “Si la Juventud se pone en marcha, el cambio es inevitable”.
Todo sistema necesita, para poder perpetuarse en el tiempo, generar sujetos aptos para soportarlo y reproducirlo, eternizándolo. El manejo del discurso social, es imprescindible para esta tarea; los medios de comunicación, una gran herramienta, y los/as jóvenes el blanco perfecto.
En Psicología de las masas y análisis del yo, Freud dialoga sobre el comportamiento de los sujetos y los diferentes mecanismos que se ponen en marcha al conformarse una masa. Aparentemente, se da la siguiente particularidad: la multitud de individuos colocan un objeto o una idea, la misma, en el lugar del ideal, a consecuencia de lo cual se identifican entre sí. El objeto exterior, con el que también se identifican, lxs conduce, es el líder. Esta figura es idealizada. Podríamos preguntarnos, por qué el discurso de la violencia y el odio encontró un espejo en la mentalidad de tantos jóvenes que acompañan y responden con admiración y al unísono: “¡Viva!”, cada vez que su líder enuncia con voz firme y fuerte: “¡Viva la Libertad, Carajo”! Pero ¿hay libertad en esa masa?
Años atrás, nos enamoraba y nos emocionaba hasta las lágrimas nuestra conductora, cuando nos explicaba que “La Patria es el Otro”. Lejos quedamos de la lógica de la ternura y de la noción de pueblo que nada tiene que ver con la masa. Porque ojo, que cuando el líder cae de su lugar de ideal, se descompone la masa, en cambio, el pueblo seguirá marchando con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. He aquí, nuestra posibilidad. Nuestro intersticio. No solo para lograr una victoria electoral que nos permita retomar el camino de la Justicia Social, sino porque hay un compromiso ético con nuestros jóvenes que deben ser acompañados en la búsqueda de discursos que les permitan un pensamiento crítico. La concepción de Salud para Pichon Riviere, tiene que ver con la adaptación activa a la realidad. No queremos jóvenes que acaten pasivamente y reproduzcan discursos de odio empaquetados, siendo funcionales a un sistema que los usa. Los quiere al margen, pero los necesita.
Lxs sujetos llevan inscripto en su mundo interno el mundo colectivo en el que viven, los discursos que habitan. La subjetividad emerge en un momento particular, en una coyuntura política que propicia determinadas singularidades. Por eso es indisociable el campo de la Salud mental y la política. La escucha del psicoanálisis es ético-política. Y, en este sentido, la salud mental también es no acostumbrarse, ni plegarse, ni justificar, ni hacer silencio, ante la violencia y la crueldad.
En un presente con pocas certezas, donde todo se diluye, es necesario seguir buscando las formas para generar esa base sólida que les permita a lxs adolescentes lanzarse a la travesía, a la búsqueda de nuevos discursos que los representen en su vertiente amorosa, que los invite a investigar, a cantar, a encontrarse con otrxs diferentes, en la calle; a compartir, a crear, a componer nuevas canciones para ser en el mundo.
VALERIA VIDAL