10 de diciembre.

Javier Milei ganó las elecciones y eso es un hecho democrático. Cuando reivindicamos las luchas de las madres y las abuelas, también reivindicamos la democracia como forma de elegir nuestros gobernantes, aunque los que ganen no nos gusten. Tampoco son un cheque en blanco para quien gana. Y ser oposición también es un hecho democrático. En algunos casos, un deber democrático. Nada de funcionarios que siguen en sus cargos “por la patria”. Esos no. A los gobiernos de la derecha se los confronta políticamente.

En ese sistema de reglas, decíamos, a veces se gana, y a veces se pierde. En el fútbol, cuando perdíamos, solíamos juntarnos a reflexionar qué habíamos hecho mal. A veces eran charlas acaloradas. Nunca se nos ocurrió decir: “Perdimos porque el delantero de ellos es muy bueno” o “porque los centrales marcan muy fuerte”. En política debería pasar lo mismo.

Es recomendable indagar sobre los errores o limitaciones del espacio propio y entender de qué manera nos fuimos alejando de una mayoría. Con lo dicho, Milei ganó y eso se debe respetar. Esto no significa renunciar a ser oposición o a expresarse por los canales democráticos.

Una cosa más sobre este punto: no aventurarse a hacer acusaciones de “dictadura”, porque eso sería banalizar lo que fue un plan sistemático de desaparición, tortura y muerte de personas. Abstenerse más aún de ir por el lado de la violencia. No arroje botellas.

La causa, por tan sencilla, puede resultar escurridiza. Hagamos un brevísimo repaso por la historia reciente y veremos por qué gobierna Milei: entre 2015 y 2019 la calidad de vida de la mayoría de nuestro pueblo, empeoró. El país venía con un crecimiento sostenido entre 2002 y 2015, aunque algo estancado hacia el final. Muchos creyeron que con Macri iban a estar mejor. No fue así. En 2019 le dijimos a la gente que se iba a recuperar si votaba a determinado candidato. Lo hicimos con mucho convencimiento e ilusión. Luego de 4 años, la situación siguió empeorando. Aquí podemos agregar algunos factores que podrían ser atenuantes a la hora de analizar la mala praxis, como la sequía, la guerra, la pandemia… Todos ciertos, pero ninguno suficiente para justificar que el salario alcance menos y que solo unos poquitos tengan más que antes.

Entonces, una mayoría, cansada, votó a otro. Tampoco votó a los que habían estado en 2015, aunque ahora se hayan incorporado al gobierno como furgón de cola. Otros dicen que todo lo contrario, que los de 2015 le coparon el gobierno. No importa.

  • Primera reflexión importante: la mayor parte de la gente que votó a Milei no cree que haya que privatizar todo. Tampoco cree en su negacionismo, o que la dictadura solo cometió algunos excesos. Se popularizó entre sus votantes el: “no va a hacer lo que dice”. No se desmoralice. La mayoría votó porque parecía distinto. Aunque ahora veamos que son los mismos de siempre. La gente lo empezará a notar. Hay que dejarlo caminar. No lo pagará “la casta”. Lo pagará el pueblo.
  • Segunda reflexión importante: Una cosa es llegar a creer que es necesario el ajuste y otra cosa es cuando el ajuste efectivamente le llega a uno. Más cuando uno ya estaba ajustado. Al final, el ajuste no lo va a pagar la casta. Lo va a pagar “la gente de bien”. Hay que dejarlo caminar.
  • Tercera reflexión importante: En las últimas elecciones -casi diría que en todas de 2013 para acá- festejamos o sufrimos por decisiones tácticas magistrales o equivocadas . Mientras jugábamos ese juego, se perdió de vista la batalla cultural. Mientras veíamos cuál era la próxima jugada maestra, se dejó de enamorar. Los dirigentes dejaron de parecerse al pueblo que buscaban representar. La pelea empezó a ser por algo nuevo para mi generación, la generación que se enamoró de la política para transformar la realidad, la generación de Néstor Kirchner. Y la pelea empezó a ser por “las cajas”.

Bueno, basta. La realidad fue demasiado contundente. Como dijo Néstor alguna vez: “Hay que reconstruir el espacio de la militancia”. Hoy nos encontramos en 1991, en el consenso menemista. Es la triste realidad a la que hemos llegado. Muy desde abajo empezarán a sonar las nuevas canciones. 

Recomendación: No escuchar a quienes “desde arriba” quieren “ordenar la política”. Nadie está en posición de imponer eso. Diga lo que piensa, y haga lo que dice. Con espíritu constructivo, sí. Pero sin bajar la cabeza. Mire la realidad, escuche a los otros, pero interprete por sus propios medios. 

De esta tempestad volverán a florecer mil flores. Flores que volverán a enamorar y embellecer este hermoso país. Se vienen tiempos de reflexión, reordenamiento, construcción y disputa de sentidos. En la próxima, trataremos de ir descubriendo cuáles son esos sentidos que perdimos.