Me suele molestar demasiado cuando escucho a esos que tiran frases simplificadas para explicar asuntos sociales, políticos y económicos. Hace un tiempo un compañero me hizo entender que mucha gente necesita eso, y que alguien se lo tiene que dar. Está bien, lo entiendo y lo respeto. Pasa con muchos adherentes a la política, y lamentablemente, con muchos militantes orgánicos. Eso también es parte de la autocrítica para las próximas oleadas transformadoras que vendrán en la Argentina. Ese trabajo en la militancia. No solo el interés en la política, sino también el trabajo por profundizar en la formación y el entendimiento de lo que sucede. 

No van a encontrar esas simplificaciones en ninguna de las líneas de nuestros artículos, con aciertos y con errores, intentaremos ir al núcleo de las cosas. A la substancia. O al menos lo intentaremos. Por eso es que si prefieren las frases cortas, armaditas, simplistas, no es este el medio que deben consumir.

Empecemos por recordar que uno que tuvo mucha trascendencia pública, le hemos dedicado algunas líneas, dijo que el gobierno de Milei iba a durar dos meses, después cuatro, después seis, después que ya estaba terminado… Y siguen en la tele cantando “verdades” absolutas. Claramente me refiero al pifiador serial de Guillermo Moreno. Lo cierto es que a un año de gobierno, tuvimos: un diciembre en paz, inflación a la baja, estabilidad cambiaria, aumento de la pobreza inicial y luego baja, recuperación del salario formal y caída del salario público, de las jubilaciones y de los informales. Esos son datos de la realidad. Hay muchos más para analizar. 

Decíamos de la importancia de entender la naturaleza del fenómeno, porque ahí encontraremos las claves para saber cómo enfrentarlo. Porque, además de lo económico que ahora desarrollaremos, lo que más nos aleja de este gobierno es su reivindicación de la dictadura militar; su desprecio por la lucha de las mujeres y las disidencias; el alineamiento internacional con potencias imperialistas y genocidas; el desprecio por los jubilados y jubiladas; el abandono de la educación pública y la salud pública -siendo la falta de medicamentos oncológicos su cara más perversa-. En una palabra, una filosofía, una forma de ver la vida donde el otrx pasa a ser un enemigo, un competidor-… muy lejana a nuestra visión de la comunidad organizada. 

El gobierno encara el año legislativo, contra todos los pronósticos, competitivo en términos electorales. Las elecciones ordenarán lo que se conoce como “opinión pública”, lo que no vale es enojarse con los votantes. 

Como primera frase resonante diremos: la estabilidad es popular. Durante muchos años, los economistas más cercanos a Cristina nos señalaban, estigmatizaban y lograron construir un consenso hacia adentro de que la estabilidad era cosa de la derecha. El solo hecho de plantear el tema, ya era vetado. Gorila, facho.. cualquier cosa. Lo mismo de siempre. No solo es falso que la estabilidad es cosa de la derecha, sino que también la inestabilidad afecta principalmente a los asalariados y a las pymes. Los sectores que nuestro espacio político busca representar. La estabilidad garpa. El primer ministro de economía del Gobierno anterior lo planteó y lo echaron. 

Segundo punto: el termómetro para medir la competitividad del tipo de cambio es la acumulación de reservas. El gobierno no compra reservas, pero tampoco vende. Lamento decirles, con un nuevo blanqueo puede sostenerse la llamada apreciación cambiaria. Tiene nafta para tirar. Vale aclarar acá: no se le ocurrió nada nuevo a Milei. Atrasar el tipo de cambio para tener salarios altos en dólares, “los más altos de la región”, es una vieja estrategia. La cuestión central es cómo ajusta el sistema, cuál es la contracara. Durante nuestro gobierno era la pérdida de reservas, hoy la imposibilidad de acumularlas y comerse los flujos -como el primer blanqueo-.

La estabilidad garpa, es popular, es tan popular, que mucha gente se bancó pacíficamente la brutal recesión y transferencia de ingresos que implicó la devaluación y desregulación inicial del gobierno de Milei. 

Ahora vamos a ver cuál es la consecuencia de esta política. Existe una tentación por plantear que es menemismo. Pero hay una diferencia que beneficia a Milei. En los años 90s la desocupación, que es el resultado natural de estas políticas, se cristaliza. Las personas perdían el trabajo y no lo recuperaban: desocupados y desocupadas de 2, 3 o más años formaron los movimientos de desocupados que tomaron las calles y le pusieron el cuerpo -mientras muchos de los “nuestros” comían de las mieles menemistas-. Hoy el fenómeno es más sofisticado. Lo que sucede es la precarización del mercado laboral. Las personas que son expulsadas del mercado laboral formal -el mercado de trabajo al que los peronistas queremos fortalecer, nutrir y robustecer- tienen la posibilidad de acceder, al instante, a economías de plataformas, Rappi, Pedidos Ya, Uber, cuentapropismo… hay para todos los gustos. Esas personas no se sienten desocupadas, no hay ahí una conciencia que motive la organización política. No se auto perciben excluidos. Incluso es posible que puedan sentirse más libres. Esa es la perversidad del sistema capitalista en su etapa actual, te precariza y te gusta.

Es por eso que, los que optan por sentarse a esperar a que todo se derrumbe tendrán que salir de la comodidad, tendremos que afrontar la ardua tarea, nuevamente, de explicarle a nuestro pueblo la nocividad de este plan perverso, aún más perverso que el macrismo y el menemismo. Esos programas tenían fecha de vencimiento cercana. Fue un shock de estafa, de transferencia de recursos, fue un saqueo. Llegan, arrasan con todo el patrimonio nacional, manotean todo lo que pueden y se van.

Lo que Milei busca es cristalizar una sociedad centroamericana, con estabilidad macroeconómica, con precarización laboral, con altos niveles de desigualdad, con pobres que se sientan responsables de su pobreza y ricos exculpados de la culpa por su salvajes fortunas construidas de la mano del Estado, con el sudor de trabajadores precarizados. Buscan consolidar una Argentina primarizada, importadora de servicios y bienes, con trabajo para un tercio de su población. Pero estable y aliada a los grandes centros de Poder. Si no trabajamos de verdad, pueden hacerlo. 

A despabilarse y a dejarse de boludear, porque después, repito, no vale llorar ni enojarse. Ya hay intendentes que por abajo -y por arriba- operan contra Axel. Vayan por la Zona Norte y verán a uno, hay un cartel suyo cada 100 metros (tiene infinitos recursos). También pasó a ser parte de la oligarquía de la mesa chica. Si van por la Panamericana, lo ven seguro. Es otro que opera contra el Gobernador.

Por acá, seguiremos trabajando por Axel Kicillof, porque creemos que representa la Argentina del trabajo, la producción, el peronismo transformador en su mejor versión. Porque sabe gestionar y es un militante de los derechos humanos, de la educación y la salud pública, porque representa nuestra forma de ver el mundo, porque es honesto a la hora de gestionar lo público y porque tiene llegada a nuestro pueblo. Porque está formado y probado a la hora de afrontar momentos difíciles y porque fue el primero en plantarle cara a Milei, con el que no tiene acuerdos por abajo. No creo que todos puedan decir lo mismo, sino miren la rosca judicial y se van a sorprender a quienes se encuentran negociando con el gobierno.