“No se tienen que guardar, los secretos que hacen mal, no se tienen que guardar”, dice la canción “Hay Secretos” de Canticuénticos, sugerida en el portal Educ.ar, donde los y las docentes echan mano a diferentes recursos para abordar la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas. Esta canción busca prevenir casos de abuso sexual en la infancia, sin embargo, el Gobierno nacional censuró este contenido de la plataforma, para que no sea utilizado. Parece que es peligroso que lxs chicxs hablen ¿Por qué será? ¿A quienes está protegiendo el Gobierno al arremeter contra la ESI? Es sabido que el secreto es el componente fundamental que facilita el comienzo de agresiones sexuales a las infancias, favoreciendo la intimidación, el aislamiento y los sentimientos de vulnerabilidad y culpa en lxs niñxs. Si bien la lista de material censurado es más extensa, se hace hincapié en esta canción por lo evidente de la maniobra que intenta resguardar directamente a los abusadores y pedófilos. Si alguien puede hacer otra lectura de esta situación, que lo diga. 

Existen dos tipos de abuso sexual hacia las infancias: intrafamiliar y extrafamiliar. El primero es el más común a nivel estadístico. Los abusos sexuales ocurren exclusivamente cuando el agresor y su víctima se encuentran a solas. Pero el abuso infantil es una cuestion pública, no pertenece al ambito de lo privado. Por lo tanto, el Estado está obligado a intervenir. La Educación Sexual Integral (ESI) es una política de derechos humanos que reconoce desigualdades y diferencias de poder que son condición necesaria para que existan abusos. No se trata de una cuestión individual, esto tiene que ver con la estructura de la sociedad. Y el Estado debe garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes. 

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha señalado que el 36 % de las niñas y el 29 % de los niños han sufrido algún tipo de abuso en su infancia y el 33 % de lxs adolescentes tienen una iniciación sexual violenta. El 90 % de los abusadores son del entorno del niñx siendo, además, el segundo evento adverso sufrido con mayor prevalencia cuando se detectan problemas de salud en la adultez, incluyendo autolesiones y suicidio.

Contradiciendo la suposición generalizada de que cualquier víctima tenderá a buscar ayuda, diferentes estudios admiten que, en la mayoría de los casos, lxs niñxs no lo han contado a nadie durante la infancia. Esto es por temor a que se les culpara por lo sucedido o por sentimientos de desprotección por parte de los adultos. “Ya no habrá que andar con miedo, porque te voy a cuidar”, versa la canción que invita a lxs niñxs a compartir este tipo de secretos con adultos que puedan intervenir mediante los protocolos existentes para el abordaje de vulneración de derechos. 

Cualquier niñx puede ser objeto de acercamientos sexuales ya que por su fragilidad, su dependencia y su necesidad de afecto tiende a confiar en lxs adultxs y en las personas que son mayores pudiendo ser engañadx con facilidad. Para que un episodio abusivo se transforme en una situación crónica es necesario que exista una tendencia a mantener secretos.  

En este contexto el Gobierno Nacional censura ciertos contenidos alegando “un alto contenido en ideología de género” y “adoctrinamiento” entre otras cuestiones como la “inadecuación etaria” y el “uso de lenguaje inclusivo”. Cabe destacar que el Ministerio de Educación ya no es tal, sino que se redujo a una secretaria dentro del Ministerio de Capital Humano. 

Graciela Morgade (2011), experta en ESI y vicedecana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, afirma que las ciencias humanas y sociales vienen aportando definiciones que apuntan a comprender el complejo entramado de sentidos entre el cuerpo y el modo en que este es vivido por cada persona, disfrutado o padecido. En este sentido, la tradición constructivista se opone a la biología o la medicina que suelen reducir la sexualidad a sus aspectos anatómicos y fisiológicos. 

Las luchas sociales y prácticas culturales fueron haciendo necesarios nuevos abordajes de la sexualidad en el ámbito educativo formal. El movimiento social de mujeres y los movimientos socio-sexuales en su conjunto, hicieron visibles modos de subordinación y padecimiento vinculados con la condición sexuada de los cuerpos. Así, los debates políticos y las experiencias desarrolladas desde diferentes ámbitos gubernamentales y no gubernamentales llevaron en la Argentina a la sanción de leyes referidas a la cuestión, en particular, la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (2006). Esta ley establece que todos los alumnos y alumnas tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal, y está compuesta por diferentes núcleos: género, diversidad, afectos, derechos, cuerpo y salud.

La Ley de ESI garantiza el derecho del/a niño/a y adolescente a la libertad de expresión y a ser oído, fortaleciendo sus capacidades para asumir una vida responsable, contando con información pertinente, objetiva y validada científicamente. En la misma línea, el acceso a la educación sexual integral constituye la puerta de entrada para la articulación de la escuela en situaciones de vulneración de derechos como violencia, abuso y maltrato, orientando la búsqueda de medidas de protección y reparación necesarias.

Es interesante mencionar algunos de los propósitos formativos de los lineamientos curriculares de la Ley de ESI: promover hábitos de cuidado del cuerpo y promoción de la salud y una educación relacionada con la solidaridad y el amor; el respeto por la vida; presentar oportunidades para el conocimiento de sí mismo/a tanto en el aspecto físico como en lo referente a las emociones y sentimientos, y sus modos de expresión; promover aprendizajes para la prevención de la vulneración de derechos; y desarrollar competencias para la resolución de conflictos a través del diálogo.

Si bien el programa escolar tiene huellas de su momento fundacional -homogeneidad, sistematicidad, continuidad, coherencia, orden-, las nuevas generaciones son portadoras de culturas diversas, fragmentadas, abiertas, flexibles, móviles e inestables. Así, la experiencia escolar, se convierte a menudo en una frontera donde se encuentran y enfrentan diversos universos culturales. En este sentido, la creación de momentos de encuentro que pueden aportar los/as adultos enseñantes, parece ser una oportunidad subjetivante. Para esto, es necesario que los y las docentes cuenten con diversos recursos didácticos que puedan ser utilizados en base a las características, necesidades, intereses y emergentes de cada grupo.  Es allí donde entra en juego el rol docente que debe estar capacitado para abordar la ESI de manera transversal y con un criterio pedagógico responsable y significativo. 

Un estudio del Ministerio Público Tutelar (MPT) de la Ciudad de Buenos Aires reveló que entre el 70 y el 80 % de los niños, niñas y adolescentes de entre 12 y 14 años que pasaron por la Sala de Entrevistas Especializada del organismo pudieron comprender que fueron abusadxs después de recibir clases de ESI.

El análisis de las declaraciones de lxs chicxs, que fueron víctimas o testigos de delitos, mostró que entendieron que sufrieron conductas abusivas a partir de resignificar determinadas situaciones con los conocimientos adquiridos en la clase de ESI. Con todo esto, ¿a quiénes les conviene que las voces de lxs niñxs sean silenciadas? Solo a quienes buscan aprovecharse del silencio, generando más condiciones de vulnerabilidad y desamparo. 

Cabe destacar que, luego de la movilización colectiva que generó este retroceso hacia las épocas más oscuras de la historia, la Secretaría de Educación dio marcha atrás en su decisión y Canticuénticos volvió al portal. Nunca más, porque los únicos privilegiados de la sociedad deben ser lxs niñxs.