Un pibe nació el 30 de octubre de 1960. Este pibe de Fiorito podría ser otro pibe de Fiorito. Pero vamos a ver cómo este pibe se convierte en “EL” pibe. Como todo pibe de barrio crece en una familia donde falta todo. Todo menos el amor y el cariño de una familia de Fiorito. 

Este pibe, al igual que todos los pibes del barrio, juega al fútbol en el potrero. Un día, uno de esos tipos que andan por los barrios del conurbano buscando a estos pibes, lo ve parar la pelota con el borde externo y piensa “¨¡Cómo juega el pibe!”. 

(Primera nota aclaratoria. Este pibe pertenece a esa reducida selección de personas que no hace falta ver correr, patear o gambetear. Basta con ver cómo para la pelota con el borde externo del pie zurdo. Como si el balón fuera una continuidad del pie. Y el pie, una continuidad de la pelota. Genera una sensación estética y armónica. Con el ojo entrenado al toque te das cuenta de que el pibe juega. Que juega en serio. Porque en el barrio muchos pibes juegan, pero este pibe realmente juega.)

El pibe de Fiorito es ahora un Cebollita que no sueña con jugar en primera. Sueña con jugar un mundial, y con ganarlo. 

(Segunda nota aclaratoria. La mayoría de los pibes de 15 años que juegan bien sueñan con jugar en primera. Este pibe es tan distinto que sueña con jugar un mundial. Y no solo eso, sino también con ganarlo.)

El pibe de Fiorito juega en primera. Llega muy rápido, como si todo el camino fuera demasiado fácil. Todo lo transita con una naturalidad que asombra. Como si supiese que ese fue siempre su destino. Era un pibe cuando un arquero bronceado, con aires de alta sociedad, le dice en la semana que es un “gordito”. Y el domingo el pibe le hace 4. En la cancha de Boca. Se los hace casi sin despeinarse, con la naturalidad de quienes están acostumbrados a hacer de a 4. Sobre todo cuando le mojan la oreja. Un tiempo después, en esa cancha, pero con la de Boca, va a desparramar al arquero de brazos largos. Este no es un payaso. Este es un arquerazo. Y además un tipo querido y respetado. Pero el pibe no distingue dentro de la cancha. También lo revuelca.

(Tercera nota aclaratoria: El pibe tiene un tema personal con los arqueros. Un afán por ridiculizarlos. Hasta el hartazgo. En su obstinación goleadora los identifica como su enemigo más directo. Los que le ahogan a él y a su gente esos gritos interminables. Por eso, cada vez que puede, los humilla. Algunas veces usa frases fuera de la cancha, tales como “no seas arquero” o “¿Y qué querés?, es arquero”. Es un tema de intereses irreconciliables, del que vive de la magia del gol, y del que está para evitarlos.)

Se lo llevan para afuera. Porque, posta, le sobra. Le sobra mucho. Se lo llevan a Nápoles, donde nacerá una leyenda. La de un montón de pibes de ese pueblo del sur de Italia. Y después, lo que sabemos. No se la pueden sacar. Lo cagan a patadas. Se lo lleva el Barcelona. Lo dejan afuera de un mundial. Se va rápido de otro. Nos hace ganar el siguiente. Realiza el acto de justicia más grande de la historia robándole a esos ladrones de islas (y piratas de tesoros marinos). Les muestra a ellos y al mundo que un día, muy de vez en cuando, pero algunas veces, les puede tocar perder. Lo va a disfrutar toda su vida. Cada vez que puede y en cada lugar del mundo.

(Cuarta nota aclaratoria: Cada vez que el pibe cuenta esta historia, la de la mano y la del gol que se gambeteó a todos, se le llenan los ojos de brillos. Mírenlo, no se lo pierdan. Cada vez que lo cuenta, realmente lo vuelve a vivir. Es la victoria de los humildes por sobre los poderosos, esas pocas veces. Esas excepciones de la historia donde sucede. El pibe es consciente de eso).

Algunos dicen que el pibe es de River; otros juran haberlo visto alentando al Bocha en Avellaneda. Pero el pibe asegura que es de Boca. Entonces vamos a decir que es de Boca. Pero porque eso no importa. Porque es tan grande que es de todxs. Es nuestro. De todxs , de todxs menos de lxs que siempre odian. No es de los periodistas amarillistas y moralistas. No es de los poderosos. Porque a ellos no les gusta cuando a estos pibes de Fiorito les va bien. Y mucho menos les gusta cuando estos pibes reivindican su origen; cuando ponen su exposición mediática al servicio de los pibes que quedaron en el barrio; cuando muestran a carne viva que existen esos pibes porque existen esos poderosos. Que para ellos es negocio que existan esos pibes. 

(Quinta nota aclaratoria: Cuando estos pibes logran imponerse, el Poder les ofrece un lugar subalterno en la mesa de los dueños de todo. Algunos sumisamente lo aceptan. ¡Y hasta hacen negocios con ellos!. Pero como dijimos, este pibe era EL pibe. Y les dice en la cara lo que todxs le queremos decir. Se lo dice a la FIFA; a lxs que insultan nuestro himno; a lxs que se quedan con la plata de los jubiladxs; hasta a Castrili le dice lo que todo el fútbol le quiere decir. En la cara. Se lo dice como un pibe de Fiorito. El poder construye un demonio. El pueblo construye un Dios, una religión en torno al pibe.)

El pibe se manda mil cagadas. En el medio, todxs nos mandamos miles de cagadas. Algunas imperdonables. De esas que no queremos (ni debemos) justificar. Porque este pibe, como alguna vez dijo Galeano, es el más humano de los dioses. Un dios pecador. Como vos y como yo. Que solamente somos pecadores, no dioses. Lxs que se mandan mil cagadas están esperando la próxima cagada. Porque este mito no les sirve. No vende. Pero nada pueden hacer contra el sentir del pueblo. 

(Sexta nota aclaratoria: Al poder no le interesa realmente las cagadas del pibe. Ni las más banales ni las imperdonables. Al Poder le jode que el pibe se saque fotos con Chávez y con Fidel. El pibe tiene el tupé de decirse “cristinista”. Eso es lo que el Poder no le perdona).

El pibe tiene una vida vertiginosa, llena de excesos, y el cuerpo le pasa nota. Le pasa nota mucho más tarde de que lo que lo hubiera hecho a cualquier otro mortal. Porque este pibe se la pegaba y al otro día la rompía. Pero no solo la rompía. Alguien dijo alguna vez que una canción es letra, música y algo que no se puede explicar, pero que es lo más importante. Este pibe era gambetas, goles, pases y esa otra cosa que no se puede nombrar, pero que te llena el corazón. 

Esos que estaban detrás de la fama del pibe, un día lo dejaron morir. Como a muchos pibes de Fiorito que nuestra sociedad deja morir. Y así, como si fuera un cuento, el pibe de Fiorito se fue, como un pibe de Fiorito. Pero con este no pudieron. Y así, de esta manera, el pibe se transformó en una leyenda para todos esos pibes que vienen atrás.