En un momento en el que todo el mundo, sobre todo en lo relacionado con los negocios, pero también con la música y el arte, especula o intenta un poco esconder la ideología con el fin de llegar a más gente y no a recortarse, alguien tuvo la fantástica idea de ponerle Justicialistas a una marca. 

El proyecto surgió de Nicolás Mendizábal y Germán Boleti, quienes, ahora, además de cuñados, son socios. 

Justicialistas arrancó en 2016, justo cuando asumió Macri. “Teníamos ganas de hacer algo, él es administrador de empresas, yo soy politólogo, y cuando empezamos a ver el impacto de la apertura de importaciones por las medidas de Macri, decidimos comenzar con esta idea”, relató Mendizábal en una entrevista con Nuevas Canciones.

A su vez, explicó que en ese momento estaban militando y participando en diferentes espacios dentro del peronismo, y de ahí es que surgió la idea de ponerle Justicialistas, como una especie de revancha moral de lo que se estaba viviendo. “Ir contra la idea de ´el no vuelven nunca más´ o la imagen que había por los bolsos de López. En ese momento empezamos a hacer los zapatos”, recordó.

¿Eran del rubro, tenían conocimiento?

– No, teníamos un amigo, un compañero, que al padre le habían pagado con unas máquinas de los primeros talleres que empezaron a cerrar a partir de la apertura de importaciones. Entonces comenzamos a hacer zapatos para los compañeros de militancia y ahí surgió la idea del nombre. Era más una cuestión de estrategia comunitaria, de darnos una mano. Teníamos la experiencia de lo que había sido el 2001, con el caso del trueque, y sabemos que en estas situaciones nadie se salva solo. Entonces hay que apoyarse en los lazos comunitarios.

Cuando se va a instalar una marca que no existe, se necesita una espalda financiera y muchos recursos, cosas que nosotros no disponíamos. El hecho de ponerle Justicialista nos allanó muchísimo el camino, porque en una sola palabra se explica toda una idea: tiene que ver con la defensa del trabajo nacional y con lo que venía pasando en el escenario industrial

¿Fue una estrategia la de apuntar a ese público? ¿Pensaron que un nombre tan jugado podía achicar el mercado?

– No, no pensamos tanto el impacto que podría tener. Fue más una cuestión personal de darnos el gusto. Venimos de familias donde existe esa nostalgia por la Industria Argentina. Córdoba tiene una matriz productiva fuertísima y muchos de mis familiares y amigos del barrio son de diferentes plantas. Acá está Santa Isabel y la Renault, por ejemplo. Mi abuelo fue gerente de esa planta. Mi viejo laburó en la fábrica militar de aviones, cuando fue el Pampa, el Pucará. Tenemos muchos conocidos en Fiat, en lo que era Perkins. Estaba toda esa mística, lo que había sido la Puma o Rastrojero. Todos nuestros familiares participaron de esas experiencias y se hablaba de ellas en los asados.  Toda esa experiencia despertaba una nostalgia de lo que había sido. Mismo el Cordobazo. 

La idea de la escala de producción y esa forma de entender a la Argentina, para nosotros, se veían amenazadas cuando ganó Macri.

Pudieron encontrarle algo positivo a todo lo negativo que estaba pasando…

– Sí, es como se dice a veces: ‘nos quisieron enterrar y no se dieron cuenta de que éramos semillas’. Esa frase, para este tipo de experiencias, me parece que explica mucho. 

Llamarse Justicialista en Córdoba es toda una definición, ¿Crees que la provincia es antiperonista o es antikirchnerista? 

-El término es difícil. Córdoba está gobernada en la ciudad y en la provincia por el peronismo. Quizás no es el peronismo que representa a los porteños o al conurbano bonaerense, que tampoco es con el que se identifica un santiagueño, que tiene como referente a Zamora; un formoseño a Gildo Insfrán; o el caso del  Movimiento Popular Neuquino. En cada una de las provincias el peronismo tiene su identidad. Eso no quita que el peronismo de Córdoba se ha lavado la cara. Hace años que se dejó de cantar la marcha peronista y también se ha girado a una versión muy antikirchnerista y para mí el antikirchnerismo es una expresión del antiperonismo. Pero a la provincia y la ciudad las gobierna el peronismo; y Daniel Passerini, con quien nosotros tenemos mucha afinidad, usa nuestros zapatos… Martín (Llaryora) también. 

Un peronista de Córdoba, que tal vez votó a Cristina o a Néstor, o que se reflejaba en ese proceso, ¿puede identificarse también con el Gobierno provincial?

– Sí, es diferente. Hay una transición de lo que fue Schiaretti a lo que es Llaryora. Martín, públicamente lo ha dicho, valora muchísimo la figura de Néstor Kirchner. Daniel Passerini también tiene una retórica en un plano totalmente diferente al de Schiaretti, que es un tipo que está mucho más en sintonía con la Fundación Mediterránea, con los sectores oligárquicos de Córdoba y es otra generación, es una generación que se tuvo que apoyar en Cadena 3, en Grupo Clarín, que su trato ha sido con el mundo corporativo y no tanto ganarse la legitimidad a fuerza de conquista de derechos populares, como ha sido por ejemplo el gobierno de Cristina. Me parece que Passarini y Llaryora, si bien hace poco están gobernando, están haciendo ciertos equilibrios, pero en el medio van mostrando que apuntan hacia otro lado, sobre todo Passarini, que tiene otra impronta.

¿Cuánta gente emplean? ¿Cómo manejan la producción y la distribución?

-Desde lo productivo nosotros tratamos de dar respuesta a toda nuestra demanda. No es lo mismo la producción de accesorios de cuero (una cartera o una billetera) que hacer una zapatilla vulcanizada o una zapatilla urbana de hombre. En el área de calzado de hombre masculino y parte de lo que es femenino son 22 personas. Mientras que para lo que no podemos producir generamos sociedades estratégicas con una determinada fábrica. Por ejemplo, al vulcanizado lo hacemos con una cooperativa. 

¿Qué cuestiones tienen en cuenta al momento de incorporar productos o hacer estos acuerdos?

-Nosotros queremos hacer zapatos escolares, que es una forma de producción diferente, porque generalmente son mocasines. Ahora los trabajamos con una fábrica puntual. El criterio es que todos los trabajadores que participan de la producción estén formalizados y que todos los productos que se usen sean locales. En general son de Córdoba y usamos de otras provincias, pero siempre de Argentina.

También estamos tratando de articular con el MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos). Buscamos que todo lo que se produzca sea con mano de obra formalizada, porque es un sector totalmente informalizado, que labura en casas familiares o talleres clandestinos. A la vez, queremos dar un producto que sea competitivo, no solamente por la calidad, sino también por el precio. 

Desde que lanzaron el emprendimiento pasaron tres gobiernos, Macri, Alberto y ahora Milei, ¿cómo es la situación actual? 

– Nosotros nacimos en un huracán para las pymes, como lo fue Macri. En nuestra génesis está la crisis, porque después de Macri vino Alberto, con la pandemia, y ahora Milei. Con Macri me parece que se vivió un saldo del último gobierno de Cristina, en términos de consumo, porque las consecuencias de Macri considero que se están viendo hoy y se vieron en el gobierno de Alberto, en términos de deuda y de pérdida de poder adquisitivo. De cualquier manera, nada como lo que está pasando ahora. 

¿Con el Gobierno de Macri la marca empezó a hacerse más popular?

– Tanto con Macri como con Milei crecimos muchísimo en términos de interacciones y seguidores, porque hay un sentido de pertenencia del peronista, entonces se empezaron a reafirmar y fortalecer muchísimo todas estas pequeñas comunidades. En términos de consumo, la realidad es que tenemos un producto que vale el 50 % de la mínima de un jubilado, entonces no podemos pretender que la comercialización se sostenga igual. En nuestro caso, los promedios de caída de venta deben estar en un 35 %, más o menos. Hay empresas que han caído muchísimo más dentro del rubro calzado y textil, que son los más castigados y más sensibles a la coyuntura. 

¿Cómo intentan revertir esos números?

– Nosotros tratamos de ir acomodándonos a esta realidad, generando un producto más económico y por eso hicimos el vulcanizado. Entendimos que quienes nos eligen necesitan algo más económico, entonces hicimos de lona, vulcanizado: un producto más accesible pero de calidad. Vamos buscándole la vuelta. 

¿Desde el principio plantearon un plan de desarrollo o la idea fue ir viendo qué salía? 

– Se fue dando. Cuando uno toma  decisiones arriesgadas está lleno de profetas y nos decían que estábamos locos porque dejábamos a la mitad de la Argentina afuera. Pero gracias al boca en boca, y a las posibilidades que te dan las redes sociales, fuimos creciendo. No tuvimos tiempo de decir qué queríamos mostrar. Después sí, en 2019, cuando empezamos a ver que había una moda más nacional, nos abocamos 100 % a los justicialistas. Empezamos a contratar más gente, a crecer y ahí ya nos paramos en otro lugar.

¿Les pasó que alguien les pidió que saquen la marca?

– Sí, hay. La gente sabe que el Justicialista es un producto muy resistente, porque buscamos que sea un zapato que pueda durar 5 años o más, y siempre está el antiperonista. El que no es antiperonista hasta valora que uno tome posición política, pero los antiperonistas nos dicen que les gustaría pero sin marca. 

¿Y qué decisión se toma frente a eso?

No lo vamos a hacer nunca porque no es nuestra idea y siempre lo hemos dejado en claro. Para nosotros el mensaje es que esto tiene que funcionar para todos. A nosotros no nos sirve vender más si nuestro viejo, hermano o vecino, están hambreados, porque esa es una visión muy cortoplacista. Gran parte de las pymes nacionales entienden y tienen clarísimo que la única forma de sobrevivir es con consumo y con trabajadores y trabajadoras que tengan capacidad de compra. El importador va a tener otra visión mucho más liberal, pero la pyme, el que paga sueldos, el que se debe al mercado local, eso lo entiende a la perfección. Para nosotros es más fácil decirlo porque el peronismo te da las palabras para poder significar todo eso, pero te aseguro que una pyme está en la misma sintonía. Ahí está el clic y se tienen que dar cuenta de que esa respuesta es la que plantea el peronismo.