Si te digo que a la Argentina llega un préstamo del FMI y sale un presidente a anunciar que esta vez será diferente a las 20 anteriores, que el fondo y que Estados Unidos apoyan al país y que ese dinero es la garantía que llevará tranquilidad al mercado para tener un largo periodo de crecimiento sostenido… agarrate, explota todo.
Esas palabras las escuchamos en boca de Cavallo, de De La Rua, de Macri, de Caputo, nuevamente de Caputo y ahora de Milei. La llegada de una montaña de dólares para “dar tranquilidad al mercado” es la garantía de que nos están cagando. No es una especulación, no es una interpretación, es la historia reciente de la Argentina.
Vamos a lo concreto. 20 mil millones de dólares de libre disponibilidad. ¿Saben lo que es esa guita fresca para un adicto a la timba como Caputo? Lo que venden como un esquema de bandas es en realidad un precio máximo para el dólar, la banda menor es humo, lo que hay es un techo, no va a valer más de 1400. La garantía de ese hecho son esas 20 lucas que el FMI le regala a Milei para la campaña.
Les adelanto: pasará lo mismo de siempre. Euforia de los mercados, los ensobrados diciendo que es todo un éxito, que fue muy bien recibida la noticia, que ahora solo queda crecer y que es todo optimismo. Habrá un primer ajuste del tipo de cambio que lo acercará al precio máximo (1400) y luego se estabilizará en torno a ese número.
El Banco Central comenzará a fumarse el préstamo cuando se acerque el calendario electoral y los inversores grandes y chicos se refugien en el dólar hasta que pase la incertidumbre. Y si, para fin de año poco, o nada, quedará de este préstamo que irá a financiar la salida de capitales cuando termine la fiesta financiera. Nada nuevo bajo el sol.

La deuda es un fenómeno que no se sufre cuando llega. Se sufre cuando hay que pagarla. Esta deuda quedará en las espaldas de todos los argentinos y argentinas cuando Milei y Caputo huyan como ratas y dejen este lastre sobre la espalda del pueblo argentino.
El día viernes Milei jugó All In: el escándalo libra, los dichos en el Foro de Davos, la tensión con los jubilados y ahora con las centrales obreras y, sobre todo, el dramático dato de inflación del viernes que muestra un cambio en la tendencia bajista, pusieron al gobierno al borde del Knock Out. Ese aumento de la inflación, más alto del promedio que tenía Argentina durante la gestión de Guzman, hace entrar en razón a los argentinos, de que, como dijimos, todo el esfuerzo fue en vano. Se ajustaron y bancaron bajo la promesa que la inflación bajaría, pero subió. Se revirtió la tendencia (y esperen a ver abril).
Por eso el gobierno se jugó la última ficha, por eso el tono de Milei. Por eso lo terminante de que “ahora sí” era lo último que le faltaba al plan y empezaremos a crecer. No sucederá, más temprano que tarde, este flujo financiero saldrá y el problema de la deuda quedará agravado. Otra vez, por el apátrida de Caputo.
Me parece trascendente que toda la dirigencia política de la oposición salga clara con un mensaje: esta deuda NO LA VAMOS A PAGAR. No solo es inmoral, es negativa en términos macroeconómicos y atenta contra las posibilidades de crecimiento del país. También es ilegal. Esa ley, que no inocentemente nombró Milei como “Ley Guzman”, es una ley del Congreso de la Nación que impide al gobierno nacional tomar nueva deuda sin que el proyecto pase por el congreso.
Esta vez no hay dudas, no hay que buscar vericuetos legales, no hay que discutir nada. Debemos decir claramente que cuando este gobierno termine, esta deuda NO LA VAMOS A PAGAR. Ese sería un buen punto de unidad.