Lo que Unión por la Patria no supo explicar, durante la campaña electoral del año pasado, es que la crisis económica que transcurre en la Argentina es la culminación de un deterioro sostenido y prolongado de sus equilibrios macroeconómicos y que, las posibles soluciones al problema radican, bien en un modelo de depresión profunda del salario real y exportación de bienes agroindustriales, o bien en la construcción de un modelo de crecimiento liderado por exportaciones que apuesten por la diversificación productiva y las ventajas competitivas dinámicas. 

¿Cómo llegamos al 2024 y a Javier Milei?

El deterioro macroeconómico al que nos referimos se originó con la pérdida de los superávits gemelos, que se sostuvieron durante el gobierno de Néstor Kirchner y el primero de Cristina Fernández de Kirchner. Entonces coexistían el superávit fiscal, es decir, que los ingresos del Estado superaban sus gastos; y el superávit externo, o sea que el monto de divisas que ingresaba a la economía, era mayor que el monto de divisas que salía. Los gobiernos que sucedieron (el segundo de CFK, el de Mauricio Macri y el de Alberto Fernández) profundizaron estos desequilibrios de distintas maneras, pero muy particularmente con el ciclo de superendeudamiento externo, tanto público como privado, que se dio durante el cuatrienio macrista. Es justo decir que el gobierno del Frente de Todos, que lo sucedió, estuvo lejos de solucionar las consecuencias y mucho menos las causas de esta crisis, profundizándola y llevándonos a mayor inflación y pobreza, si bien no puede dejar de mencionarse el contexto desfavorable que le tocó enfrentar (en particular la pandemia y la sequía récord, aunque, por otra parte, contó con precios de los commodities considerablemente robustos). 

Cuenta corriente como % del PIB. Años 2003 – 2022

Decimos que particularmente el ciclo de superendeudamiento resultó perjudicial debido a que implicó grandes costos futuros en términos de los requerimientos de divisas de nuestra economía, estableciendo un perfil de vencimientos de deuda a futuro que, si bien fue renegociado durante el gobierno de Alberto Fernández, permanece siendo muy demandante.

Evolución de la deuda pública por moneda en % del PIB. Años 2004-2023

El panorama de los próximos años

Esta abultada deuda externa implica vencimientos promedio de 14.650 millones de dólares por los próximos 10 años, habiendo descontado las Letras Intransferibles del Banco Central. El piso es de USD 9.500 millones en 2025 y un pico de USD 19.080 millones en 2031. A esto debería sumarse los vencimientos en moneda extranjera del sector privado, que podemos estimar en USD 5.000 millones por año.

Vencimientos anuales en moneda extranjera del Estado Nacional

Finalmente, debe tenerse en cuenta la deuda comercial que los importadores acumularon durante el período 2022-2023 de las SIRA, impulsado desde el Ministerio de Economía para generar un ahorro de divisas en el marco de la sequía. Los cálculos recientes indican que la misma representa un stock de USD 13.600 millones de deuda por encima del promedio histórico. La solución propuesta por el gobierno actual consiste en financiar la deuda con la suscripción de “BOPREALES”, que representan bonos en dólares pagaderos por el BCRA desde mitad de este año hasta 2027. Sumando todos los conceptos, estimamos que el déficit de cuenta financiera promedio para los próximos tres años podría alcanzar los USD 22 mil millones por año. 

Semejante déficit implica la necesidad de un superávit equivalente en la cuenta corriente para cubrirlo y así alcanzar uno de los equilibrios macroeconómicos fundamentales. Vale recordar que la cuenta corriente externa es la suma de las exportaciones de bienes y servicios menos las importaciones, más los ingresos y egresos corrientes, como son el giro de utilidades de empresas al exterior y otros conceptos. 

Aquí es donde entramos al jardín de los senderos que se bifurcan. ¿Cuál es la estrategia adecuada para alcanzar un robusto superávit corriente? En las elecciones del 2023 podría haberse encarado esta discusión abierta y francamente, pero ninguno de los tres grandes espacios políticos en pugna lo planteó de esta manera. Las alternativas son: deprimir el salario real lo suficiente para reducir el consumo externo (importaciones y turismo, fundamentalmente) o empujar un crecimiento fuerte, sostenido y diversificado de las exportaciones. 

La correlación entre salarios reales y resultado de la cuenta corriente es clara. Un salario más bajo implica mayor superávit, mientras que salarios más altos (con el mismo nivel de exportaciones) nos empujan al déficit, como podemos ver en el gráfico. De acuerdo a esta correlación, se necesita que el salario caiga al menos un 33% respecto al promedio del 2023. 

Correlación Cuenta Corriente y Salario Real. Años 2003 – 2023

Esta es la estrategia desarrollada por La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio, la razón detrás de la suba de 120% del tipo de cambio oficial y los aumentos de tarifas, con sueldos y jubilaciones prácticamente congeladas. El problema de esta estrategia es evidente: la tremenda crisis social duradera que representa. 

Podemos pensar un camino diferente 

La alternativa, que debería haber desarrollado Unión por la Patria como plataforma de campaña, pero no quedó suficientemente clara (o no fue creíble), es una estrategia de desarrollo y diversificación de distintos sectores exportadores. Como podemos ver, los años donde por motivos exógenos contamos con mayores exportaciones se encuentran por encima y a la derecha de la correlación, permitiendo mejores salarios con más superávit (ej. los años de altos precios de commodities del 2007 al 2012). El año 2023 es el opuesto, por la sequía tuvimos peor resultado de cuenta corriente, pese a salarios reales bajos, por lo que se encuentra abajo y a la izquierda de la línea. 

¿Cómo puede lograrse un incremento exportador permanente? En primer lugar, se necesita desarrollo de infraestructura, para lo cual cumple un rol fundamental la obra pública. Basta ver el ejemplo del gasoducto. En segundo lugar, el desarrollo y la integración de la ciencia, la tecnología, la educación y la innovación. Incrementar la inversión del Estado en estas áreas, pero articularlas, para que las investigaciones del CONICET tengan asidero en las necesidades reales de la matriz productiva. En tercer lugar, efectivamente debe llegarse a consensos para aprovechar los recursos naturales con que cuenta el país. Es insólito que seamos superados en minería o pesca por nuestros vecinos trasandinos. 

Potencial crecimiento de las exportaciones. Plan Argentina Productiva 2030. 

La estrategia de crecimiento basado en exportaciones diversificadas, además, tiene otra ventaja, que al especializarse en sectores competitivos dinámicos como la energía, la industria, la minería y los servicios basados en conocimientos, potencia sectores que cuentan con salarios altos, permitiendo un mayor consumo, empleo de mayor calidad y reteniendo el talento humano que se forma en nuestras Universidades. 

De cara al futuro, discutir las raíces profundas de nuestras crisis económicas y las distintas alternativas para dar respuesta debe ser, necesariamente, parte de la agenda electoral de los principales partidos políticos, alejándose de consignas vacías como la dolarización, la moneda digital o el “plan integral” sin contenido.