A medida que avanza, el Gobierno de Milei aparece una digresión cada vez mayor entre la “macroeconomía” y la economía que vivimos día a día en el súper, el trabajo y el hogar. Si la ciencia económica bien entendida debería hacer crecer los ingresos y la producción, ahora asistimos a lo contrario: indicadores que mejoran junto con condiciones de vida que se deterioran aceleradamente.
Esto se debe a la propia génesis del gobierno de La Libertad Avanza. Milei llega al poder planteándose objetivos claros: lograr el superávit fiscal, sanear el Banco Central (en miras de cerrarlo) y así bajar la inflación. Según él, mediante el ajuste a la casta. Pero quienes conocemos la economía argentina sabemos que para lograr estos fines de forma acelerada el camino más directo, aunque muy costoso, es la recesión.
¿Cuáles son los números que celebra el Plan Milei-Caputo hasta ahora?
Podemos mencionar el superávit fiscal financiero del primer trimestre; la acumulación de dólares en el BCRA, logrando reservas netas positivas; expectativas de inflación y devaluación que caen rápidamente y el Riesgo País que se derrumbó desde los 2000 a los 1200 puntos básicos.
Las personas, mientras tanto, han visto desplomarse sus ingresos como pocas veces en la historia. La caída del salario alcanzó el 24 % cuatrimestral, superando a la salida de la convertibilidad. La jubilación mínima en abril fue un 21 % menor que en diciembre. La pobreza supera el 50 %. Todos los indicadores de consumo y producción muestran caídas históricas: despacho cemento -43 %, índice construya -40 %, patentamiento de motos -43 %, ventas minoristas según CAME -12,6 % y consumo de carne vacuna -18 %, etc.
¿Cuánto puede sostenerse esta bifurcación?
La experiencia muestra que factores sociales y políticos pueden poner un freno abrupto a los modelos de ajuste, cuando el mercado toma nota de ellos. Sucedió con la convertibilidad y en el Gobierno de Mauricio Macri. Hasta la fecha Milei cuenta con una comprensible tolerancia social, dado el poco tiempo que lleva de mandato. Pero sus ansias por mostrar resultados de inflación a la baja y recuperación en V denotan preocupación.
Una vez asentada la inflación por debajo de los dos dígitos, se acerca un momento crítico para el Plan Milei-Caputo. Habiendo licuado ingresos y stock, conseguido superávit gemelos y reservas positivas, parece que se acerca la hora de abrir el cepo e implementar un nuevo régimen cambiario. Las alternativas sobre la mesa son: competencia de monedas con flotación, neoconvertibilidad y dolarización forzosa.
Cada una de estas alternativas significa diferentes grados de flexibilidad, necesidad de reservas y potencial éxito para estabilizar. Cometer un error al momento de liberar el mercado de cambios o proponer una alternativa poco creíble para los actores económicos podría derivar en una corrida cambiaria que llevaría a un piso aún más bajo de ingresos, a una recesión más profunda, y posiblemente a una crisis social manifiesta.